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miércoles, 29 de febrero de 2012

La Mujer de FE


La mujer de fe confía en Dios y encara la adversidad con esperanza. Sabe que Él tiene interés en su vida. Sabe que Él la conoce. Ella ama Sus palabras y bebe intensamente de esa agua viva. Se siente agradecida por el profeta que Él ha enviado para estos últimos días y confía en sus consejos y los sigue, porque sabe que al hacerlo hallará seguridad y paz. Busca en la oración la bondadosa y constante orientación y ayuda del Padre Celestial que la escucha. Cuando ora, presta atención para dar lugar a la comunicación mutua. Ella confía en que Él, en Su forma silenciosa y tranquila, la llevará de la mano y dará respuesta a sus oraciones.
La mujer de fe tiene seguridad porque comprende el plan divino de nuestro Padre Celestial y su función de ser una bendición para los demás. Tiene seguridad en que cualquier sacrificio que haga vale algo en un sentido eterno. Sabe del sacrificio porque sabe de la vida del Salvador; y, aunque comprende que sus sacrificios son pequeños en comparación, también es consciente de que nuestro Padre Celestial entiende y valora lo que ella hace por fortalecer su hogar y su familia, y el mundo en el que vive. Su confianza aumenta porque es virtuosa, delicada y cortés, lo cual es mucho mejor que ser hermosa. Sus intenciones son puras. Es amorosa, dulce y bondadosa. El corazón de su marido y el de sus hijos están en ella confiados, al igual que el de los niños y el de los jóvenes, y el de las mujeres a los que ha sido llamada a enseñar, guiar, servir y amar; ellos cuentan con ella por motivo de ese espíritu especial que irradia. Es la imagen de Dios que ha recibido en el rostro, lo que es agradable e importante. Tiene confianza en que está adquiriendo las cualidades que le permitirán ser invitada a estar en la presencia de su Padre Celestial, y podrá hacerlo con el conocimiento de que se sentirá enteramente a gusto allí, de que Él la conoce, la ama, la valora y la aprecia para siempre jamás.
La mujer de fe es valiente. No teme mal alguno porque Dios está con ella. No hay incertidumbre ni trompeta que le dé sonido incierto en la vida. Puede vivir una vida de principios por motivo de que estudia la doctrina y las enseñanzas de un maestro perfecto: el Maestro. Es un digno ejemplo para todos los que la conocen. No es perfecta, desde luego, y no porque no tenga principios perfectos ni el ejemplo perfecto en Cristo, sino porque es humana. Se conserva alejada de las influencias malignas y de toda cosa impura, y, si algo indebido le sale al paso, es como una leona que defiende a sus cachorros. La valiente mujer de fe tiene el valor de hablar con sus hijos de las prácticas que los destruirían, y ellos no sólo la oyen hablar de sus cometidos, sino que los ven aplicados en su diario vivir: en la forma en que se viste, en lo que lee y en lo que ve, en el modo como pasa sus ratos libres, en lo que le gusta y la hace reír, en las personas a las que atrae y en su manera de actuar en todo tiempo, en todas las cosas y en todo lugar. Su modo de ser es encantador, jovial, lleno de vida y bueno. Nuestras niñas pequeñas, lo mismo que las mujeres jóvenes, pueden confiar en su ejemplo sin temor a equivocarse.
Rogamos que ellas también sean valientes al buscar y fomentar lo edificante, lo feliz y lo decente, porque ellas son nuestro futuro.

martes, 28 de febrero de 2012

Mujer con visión


Dios necesita mujeres que tengan una visión, un objetivo claro; mujeres que saben para dónde van y hasta dónde son capaces de llegar.
Cuando una mujer vive sin sueños, sin visión: está destinada a morir.
Ponemos hoy como ejemplo a Jeremías. Te imaginás si Jeremías, no le hubiera creído a Dios, o que dijera: “Es que yo la verdad no puedo, porque soy demasiado joven, o soy muy niño para ser usado por Dios” ¿Te imaginás un Jeremías sin sueños? ¿Sin visión? ¿Sin un anhelo de cumplir lo que Dios lo mandó a hacer a esta tierra?.(Jeremías1)
Atrévete a soñar, porque has nacido con un propósito, SUEÑA EL SUEÑO DE DIOS PARA TI...